¿Una expedición?, ¿un desafío?, o una épica aventura; o simplemente aventura.
Una actividad que ya hace años quería realizar, hasta este 18 de diciembre se pudo concretar en compañía de mi hijo mayor, Manuel Mejía Jr.
Ya hace un tiempo inicie trazando la ruta y estos últimos meses se fueron cuajando. Iniciamos muy cerca a orilla del río Xequijel donde cuenta la historia que se perdió una batalla muy importante con los españoles, pero esa es otra historia.
Pero muy cerca de ahí se haya nuestro lugar de trabajo donde iniciamos la ruta, 4:30 con rumbo a las montañas de Olintepeque; ascendimos por veredas de bosques endémicos que hay muy pocos en la región, por veredas, bosques, caminos anchos de empedrado y grama llegamos al último pueblo, para ascender el Volcán Tajumulco, por la ruta sur este, nos esperaba un ascenso de 800 metros de desnivel, un camino empedrado al estilo guatemalteco vibrante y torturoso, para poder hacer los últimos 600 metros de desnivel entre cargando nuestras bicis y empujándolas, o bien como dijeran por ahí un hikebike, con nuestras bicicletas a hombros alcanzamos la cumbre al volcán a las 15.38, nos espera un viento frío pero nos regocijaba una satisfacción difícil de explicar, solo nos faltaba el descenso por la cara noreste, que fue un placer descender sobres nuestra bicis a la aldea Tuichan ahí nos esperaba la familia con café caliente, con la sonrisa y la felicidad de haberlo logrado, apoyo fundamental de la familia que no se ve. Quiero agradecer a todos aquellos que hacen que todo funcione, colaboradores de antártica, mecánicos de bicis, amigos que apoyaron para lograr los sueños.
Manuel Mejía